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domingo, 22 de abril de 2012

Septiembre fue


"Te voy a mimar mucho", le dijo, y comenzó a besarla. Ya estaban sobre la cama. Él sobre ella, sus cuerpos entrelazados, podían sentir el calor uno del otro y se miraron profundamente. No sabían muy bien qué estaban haciendo, si estaba bien o mal, simplemente se entregaron al deseo. Se entregaron el uno al otro aunque sabían que iba a durar solo por esa tarde.
Timidamente ella se dejo sacar la ropa, llevaba jean, remera y tacos, luego se desvistió él y siguieron amándose. Se habían buscado tanto, y después de varias idas y vueltas, al fin estaban juntos. El siguió besándola salvajemente y comenzó a bajar, ella temblaba. Cual si fuese una procesión de hormigas sintió por todo su cuerpo hasta acabar en el punto exacto en que él lamía sus partes más intimas con toda delicadeza. Y hasta no poder más, ella agarró sus cabellos y lo trajo de vuelta hacia arriba, quería sentirlo dentro...
¡Pero nunca pensó que tan dentro él iba a llegar!
Pasaron algunos meses desde ese encuentro, le siguieron otros más y mientras ese deseo que comenzó como un juego, su recuerdo sigue presente en cada respirar que agita sus noches insomnes, sus mañanas frías...
Si es amor, ella no lo sabe. Espera en silencio a su llamado. Que el deseo golpee a su puerta. Son esos horas, minutos, segundos inolvidables que se funden en ese instante eterno en que sus almas se encuentran y sus cuerpos calientan.

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